El Ejecutivo avisa de que «el desplante mezquino» de Colau y Torrent a Felipe VI «pone en riesgo» el evento en Barcelona
Moncloa reaccionó ayer con un contundente mensaje de apoyo al Rey Felipe VI, al que se sumaron el PSC y Ciudadanos (Cs). Desde
el Gobierno tacharon de «mezquino» e «injusto» el boicot de la
Generalitat, del presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, y
de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a Don Felipe en la
inauguración del Mobile World Congress (MWC), y alertaron de que estos
«desplantes y la falta de respeto» a sus obligaciones institucionales
por parte de las primeras autoridades catalanas «ponen en riesgo que
Barcelona pueda seguir albergando en el futuro un evento global de tanta
importancia».
Desde la organización de la mayor
feria mundial tecnológica llevan todo el año advirtiendo al Gobierno de
que necesitan un marco de estabilidad política y económica, y dejando
ver, a su vez, su preocupación por el proceso independentista. Ha habido
una interlocución continua dada las circunstancias. «Bromas, las
justas», ha sido el mensaje de la organización a sus referentes en el
Ejecutivo. Ahí han llevado la batuta el ministro de Energía, Turismo y
Agenda Digital, Álvaro Nadal, y el secretario de Estado para la Sociedad
de la Información y la Agenda Digital, José María Lasalle, quienes,
según subrayan en el Gobierno, «han hecho todas las gestiones a su
alcance para conseguir que siga en España». «Y lo de Colau, no ayuda
nada». El Gobierno es el último interlocutor «y eso da seguridad», pero cualquier «sobresalto» puede descolocar las previsiones de su continuidad, puntualizan desde Moncloa.
La
vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, acompaña al Rey durante su
estancia en Barcelona, bajo el mensaje de que su presencia «simboliza el
apoyo de la Corona y del conjunto de España al MWC, y, por extensión,
al desarrollo y pujanza de la economía catalana». Para Moncloa, los
desplantes de «ciertos representantes institucionales» son «mezquinos e
injustos», y advierten de que se producen en un contexto en el que todos
los ojos estarán puestos en el MWC, «de cuyo éxito dependerá la
permanencia en Barcelona de la mayor feria de tecnología móvil del
mundo, algo en lo que debiéramos esta todos unidos y trabajando juntos».
En la edición del MWC de 2017 visitaron la feria 108.000 personas de 208 países. Participaron más de 2.300 empresas expositoras. Y
el impacto económico se cifró en 465 millones de euros, generando más
de 13.000 empleos durante los días de la feria, así como las jornadas
previas. «El MWC deja un importante impacto tecnológico y de generación
de nuevos proyectos de negocio en Barcelona, en Cataluña y en toda
España que debemos apoyar e impulsar desde todas las instituciones».
La
reacción del Ejecutivo al boicot de las autoridades catalanas hay que
situarla en el contexto de que en la preparación de esta edición del
MWC el Gobierno ha medido todo al milímetro después de que el
consejero delegado de la empresa organizadora, John Hoffman, amenazara
públicamente incluso con dejar Barcelona en 2019 si no había estabilidad
política, y expresara, asimismo, su preocupación por la situación de la
comunidad autónoma debido al «procés». El acuerdo actual contempla que
la feria tenga lugar en la ciudad hasta 2020, pero desde la organización
dejan claro que el evento necesita seguridad y estabilidad política de
cara a próximas ediciones. El Gobierno tiene constancia de que los
organizadores están monitorizando la situación en España y en Cataluña
para evaluar cualquier impacto potencial.
Ante
este riesgo, desde el Ejecutivo de Rajoy llevan semanas trabajando con
discreción para limar posibles conflictos, evitar incluso
manifestaciones como la convocada inicialmente por Societat Civil
Catalana, y hacer que todas las instituciones implicadas, Generalitat y
Ayuntamiento de Barcelona, tomen conciencia de la importancia de dar una
imagen de unidad y de estabilidad política.
En
ese sentido, la presencia del Rey en esta edición tiene mayor valor que
en otras anteriores porque es el símbolo del apoyo de la Jefatura del
Estado a Barcelona en un contexto político en el que dos meses después
de las elecciones autonómicas, todavía no hay un nuevo Gobierno de la
Generalitat. Situación que no contribuye mucho a la demanda de
estabilidad por parte de los organizadores de esta feria internacional. Don
Felipe no ha tenido ninguna duda sobre su obligación de participar en
esta inauguración, aunque ya la última vez que acudió a Cataluña,
para respaldar la manifestación contra los atentados yihadistas, fue
víctima de la encerrona del independentismo a los representantes del
Estado y de los partidos constitucionalistas. «Nuestra obligación es dar
una imagen de normalidad. El Rey está donde tiene que estar. Y el
Gobierno, también. Cada uno debe retratarse y asumir las consecuencias
de sus actos», sentencian en Moncloa.
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