“Nueve años de cárcel no es ninguna tontería, pero sí creemos que la pena debió ser mayor”
"Empezamos pidiéndote disculpas por el atrevimiento de pensar que,
habiéndose dicho tantas cosas sobre la sentencia que conocimos el
pasado jueves, 26 de abril, podemos aportar algo aún. Disculpas por
sentir la necesidad de contar nuestra lectura de la sentencia.
La
reacción de la gente ha incomodado a una buena parte de quienes cada
día hemos de sentenciar, pero es a partir de esa reacción de las mujeres
y de los movimientos feministas, desde donde debemos analizar con
sosiego si hemos de cambiar este sistema penal androcéntrico y con
graves sesgos sexistas, y sobre todo, qué es lo que hemos de cambiar.
La
sentencia mayoritaria (la opinión de dos sobre tres) declara probados
los hechos que leemos y que han sido conocidos. Frente a ese relato ha
habido indignación, y hemos oído y leído los motivos de esa indignación.
Hemos
escuchado lo de 'Yo sí te creo', pero queremos decirte que, en nuestra
opinión, el tribunal (dos sobre tres) ha creído tu relato y lo ha
declarado probado, con evidencia, más allá de toda duda razonable. Si no
te hubieran creído, es imposible escribir lo que se dice en los hechos
probados de la sentencia; tampoco diría la sentencia que tu testimonio
es coherente y digno (lo califica de este modo en los fundamentos
jurídicos). Los argumentos de las defensas cuestionando tu persona y tu
relato son rechazados por la sentencia con respeto y consideración.
Leemos cómo les has convencido con tus explicaciones, por qué te han
creído.
También se ha dicho que la sentencia
coloca a las mujeres en una grave situación de riesgo, pero no leemos en
ella nada que nos lleve a esa conclusión, porque la sentencia analiza
algo que vemos cada día, y que es que cada mujer reacciona de modo
distinto ante un ataque (cada persona es un mundo) y explica la
sentencia que, en ocasiones, quien se siente agredida responde
resistiéndose; en otras, tratando de ganar tiempo para eludir la
agresión; y en otras, adoptando una actitud pasiva y esperando que
termine cuanto antes, y que ninguna de esas tres reacciones implica
consentimiento. Por eso en los argumentos de la mayoría (dos sobre tres)
se deja claro que en ningún momento consentiste, y también explica la
sentencia por qué resulta evidente que no querías que nadie (en este
caso los cinco acusados) te tratara como lo hicieron aquel día de San
Fermín.
Dice la sentencia que existió abuso y no violación. Aquí sí queremos pararnos para explicar también nuestro punto de vista:
a)
Quienes firmamos esta carta hemos mantenido que las palabras son muy
importantes; son un método para comunicar ideas, emociones, deseos. Por
medio de símbolos y significados el lenguaje transforma la conciencia
humana porque permite nuevas formas de pensamiento y adquisición de
conocimientos; los significados de las palabras sufren un proceso de
transformación. Va variando el significado que damos a las palabras
porque la relación entre la palabra y el pensamiento no es solo un
hecho, es básicamente, un proceso (del pensamiento a la palabra y de la
palabra al pensamiento).
b) Si se describen
unos hechos probados como los que hemos leído, es imposible que la gente
esté conforme con llamar abuso (al margen de la calificación
técnico-jurídica) a esos hechos. Para la mayoría de las personas, abusar
es usar mal o en exceso, pero usar, al fin y al cabo, y la palabra usar
no la refiere el diccionario para las personas, sino para las cosas
(hacer servir una cosa para algo).
c)
Creemos que mantener esa palabra (abuso) en el Código Penal para
referirse a las relaciones sexuales no consentidas, parte de la idea de
que las mujeres seguimos siendo objetos para servir al placer del
hombre, y que solo si se exceden los hombres en ese uso, se les castiga,
pero solo si se exceden. Y esa idea que se adivina bajo la palabra
abuso es muy dolorosa para cualquier mujer, haya sido o no objeto de
abuso.
d) La gente ha protestado porque han considerado que estamos ante
una violación, y en esto sí estamos de acuerdo. Desde un examen técnico,
jurídico, violar (en el Código Penal) es utilizar fuerza, violencia
contra la persona violada, y/o intimidarla para acceder sexualmente a
ella. Intimidar a alguien es meterle miedo, y es verdad que el miedo es
muy subjetivo (unas personas lo tienen rápido y otras no) pero en
nuestro trabajo de juzgar debemos examinar qué datos objetivos,
probados, han resultado en el juicio. En tu caso, los datos objetivos
sustentan, refuerzan y asientan la idea, clara y que pocas explicaciones
merece, que en el portal de la calle… En lo que describiste (te han
creído y te creemos) cualquier persona sentiría miedo y ante el miedo,
cada persona reacciona de modo distinto y tú reaccionaste como pudiste
en aquel momento. Y esto no te hace culpable de nada, pese a que las
defensas trataron de desplazar la responsabilidad y la culpa a tu
persona, como ocurre con frecuencia, cuando nos recuerdan que somos
nosotras las provocadoras de todo lo que nos hacen (no nos pasa sin
más). ¡¡¡Que no se te pase por la cabeza ni un ápice de culpa!!!
e)
Nos gustaría que no pensaras que después de lo que te han hecho vas a
padecer secuelas de por vida. No tiene por qué ser así. Ya lo dice la
sentencia: ese día no se acabó el mundo ni la vida para ti. Eres joven y
valiente, y se nota que tienes a tu alrededor gente que te ayuda y te
quiere (se adivina esto) y seguirás siendo una mujer alegre, que
disfrutará del sexo y de la vida. Rechazamos (con toda la energía de que
somos capaces) el argumento de que: "como no hay secuelas psíquicas,
como sigue llevando fotos a Instagram, o a Facebook se lo pasó en
grande, consintió, no le ha pasado nada". Pese a quien pese y aunque sí
te violaron, podrás convivir con ese dolor, gestionarlo y que estos
hechos no arruinen tu futuro.
Dice la gente
que la violación les ha salido gratis: nueve años de cárcel no es
ninguna tontería, pero sí creemos que la pena debió ser mayor porque (ya
lo hemos dicho) debió calificarse y castigarse como violación. Además,
en la sentencia se declaran probados otros hechos, otros ingredientes
que hacen más grave el delito, y por ello, la respuesta del sistema
penal debió ser más elevada.
La sentencia, por tres veces, explica que cuando uno de los
acusados te quitó el móvil no era con la intención de robarte, sino de
dejarte desamparada, sin que pudieras pedir ayuda, para que tardaras en
reaccionar, para humillarte aún más…, y eso no es un robo; eso es mucho
más grave, mucho más indigno…, al igual que el hecho de que grabasen en
vídeo y difundieran la violación, pero principios procesales impidieron
al tribunal ir más allá.
No queremos terminar estas líneas sin estas últimas reflexiones:
a)
No vamos a comentar el voto particular; todo acto de juzgar tiene una
carga de subjetividad, y sabemos que cuando escribimos una sentencia nos
retratamos. Dicho esto, llama la atención el modo en que el discrepante
de la mayoría (en su voto), disecciona, desmenuza tus varios relatos.
Nos parece una idea particular sobre el comportamiento de la memoria
humana, del relato, de la palabra de una joven de dieciocho o veinte
años, de vuestros modos de contar las cosas…, de explicaros…Y quizás no
dar importancia a lo que nos aporta la psicología forense experimental, y
a todos los condicionantes que influyen en el relato de cualquier ser
humano.
b) Cuando utilizamos el lenguaje, el
mínimo respeto lleva a que tengamos en cuenta las características
lingüísticas de las personas a las que va dirigido. El respeto a los
derechos básicos de todas las personas a las que destinamos nuestras
resoluciones exige que escribamos en un lenguaje claro, igualitario,
inclusivo, no sexista, respetuoso, gramatical y sintácticamente correcto
y que la redacción sea eficaz. Son muchos los efectos que tiene nuestro
modo habitual de redactar: uno de ellos es que, llenar folios y más
folios en ese lenguaje, hace que no te reconozcas (puede parecer que no
es tu asunto).
Terminamos dándote las gracias
por tu valentía, por tu coraje y por la honestidad que transmite la
sentencia sobre tu modo de proceder en este juicio. Estamos seguras de
que ha tenido que ser duro, muy duro estar en el centro de esta
vorágine, y resistir como lo has hecho (también es algo que adivinamos)
porque suponemos que, en más de una ocasión, durante estos largos meses,
habrás pensado si no hubiera sido mejor para ti el haberte ido de
Pamplona cuando llegó tu madre a recogerte, y no pasar por el Juzgado,
pese a que las dos fuisteis conscientes de lo que te habían hecho unos
hombres que piensan y tratan a las mujeres como mero objeto.
Un abrazo"
Firmado por Dalila Dopazo (magistrada en Lugo), Nekane San Miguel
(magistrada en Bilbao) y Àngels Vivas (magistrada en Barcelona).